La lógica del cambio. Un largo viaje.
Generalmente cuando deseo ejemplificar la ínter relación y dependencia
entre elementos, recurro a la imagen de unos ladrillos puestos uno
encima de otro; y con la consecuente idea de eliminar el primer ladrillo
de la base el resto se desmoronaría. Sin embargo, este ejemplo no es lo
bastante pragmático cuando quiero ejemplificar la complejidad de la
personalidad y los elementos que esta contiene.
Un ladrillo
sacado de la base afecta a los demás que están por encima (concepto de
verticalidad), pero si elimino uno que está en la punta más alta, la
estructura no cedería sino que dicha estructura serviría para otro fin
(concepto de finalidad).
Por el momento dejemos a un lado los
ladrillos y pensemos en una red. Una red está hecha y dispuesta de tal
manera que cada enlace está sosteniendo otros enlaces. Ésta disposición
hace que no permita pasar un objeto entre sus tramas.
Esta resistencia que tiene la red me permite ilustrar mejor el carácter de plenitud e integridad de la personalidad.
Una
persona se desarrolla a través de sus capacidades, estas capacidades a
través de sus medios. El medio que una persona cuenta para expresar esta
ligado a sus más íntimos elementos: su inteligencia, sus emociones, sus
recuerdos y anhelos (y más).
Cada elemento de esta personalidad es un ladrillo, es un enlace; y ese elemento es vital para el desarrollo pleno.
En
otras palabras, mi alegría, mis ideas, mi frustración, mi esperanza;
generan una red que no deja pasar otros elementos a través de mi
persona, no dejo que me atraviesen.
Esta impermeabilidad me hace
percibirme inmune, seguro y hasta pleno. Sin embargo, por otra parte,
también me hace sentirme vulnerable, rígido y hasta indefenso.
Esta
situación me lleva a plantearme: ¿cómo construir una red más
eficiente?, ¿cómo actuar ante las situaciones sin ser lastimado? o ¿qué
red utilizar?.
Sin duda alguna no puedo cambiar la red completa y
ésta es la lógica del cambio. Armar una red eficiente, lleva tiempo,
esfuerzo, ganas, ¡es toda una misión!.
La lógica del cambio
establece salir de la comodidad en busca de lo mejor, actualizarse,
pulirse, limpiarse, construirse de nuevo, reaprender y un montón de
verbos más que exigen acción.
No se puede vivir en modo oferta,
es decir, ¡aproveche sólo por hoy ser feliz!, ¡no se pierda la
oportunidad de amar!, ¡toda esta semana dos por uno en paciencia!.
El
cambio lleva tiempo, implica revisar cada uno de los enlaces de esa red
y comprobar si ese enlace será útil para la próxima pesca.
No
puedo cambiar la red entera pero si puedo hacerla de colores, con dobles
tramas, con tramas simples, con accesorios y enlaces de distintos
grosores que me permitan seguir trabajando en la red sin cambiarla
totalmente.
Sí cambio una emoción por otra tal vez no consiga
responder correctamente ante ciertas situaciones, la lógica del cambio
no es la lógica del reemplazo. La lógica del cambio es confiar en uno
mismo y hacer negocios con uno mismo. Experimentar nuevos elementos sin
adoptarlos de inmediato, sino evaluarlos y si son funcionales
acomodarlos para que no afecte lo demás.
Percibir el mundo
externo tal como es sin despreciar ni discriminar, identificando que lo
externo es externo y lo interno son circunstancias más rígidas pero no
irremovibles, puede ser el primer paso para entender la lógica del
cambio.
Cambiar, cambiar, cambiar. Hasta puede sonar doloroso, y
de hecho lo es, siempre, pero no siempre se percibe ese dolor, no
obstante, el éxito, la paz, la plenitud, la seguridad y la certeza
constituyen la luz al final del túnel.