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viernes, 6 de octubre de 2006

Ciudad, asfalto, ruido y frío



Todos viven en esta sociedad consumista.

En el lugar donde ellos viven, alguno se desenvuelve y se relaciona, y ese lugar llega a formar parte del ser interior que tiene cada uno de ellos. La expresión de la felicidad está ligada o afectada por su entorno, y ese entorno implica que cada una de las personas que están en ese entorno sienten lo mismo.

Con el cambio de ciudad no existe una homogeneidad entre estas dos cosas. La mayoría de las personas de este nuevo entorno no le da mucha importancia a los sentimientos o está definido en otra frecuencia que para los extranjeros no es perceptible.

Sentirse solo en el entorno propio que crea esa soledad es muy distinto que sentirse solo en un entorno que tampoco te brinda la salida para no estarlo. La sociedad de consumo, esa es la palabra que pueden aplicar a su situación. Esta sociedad los consume, y el efecto que les produce no es la de adaptarse sino la de opacarse.

Sus personalidades no se pueden desenvolver en este nuevo ambiente y tampoco quieren adoptar una nueva personalidad porque bastantes conflictos ya tuvieron con la que tienen ahora.

En cierta manera quieren cambiar completamente pero sin cambiar lo externo. Ese cambio que buscan es un poco difícil dentro de otra sociedad porque los cambios se contraponen. Estar en una nueva ciudad, nueva gente exige que lo interior y personal se marque más para no caer ante el cambio, sin embargo eso que debe marcarse más es lo que quieren cambiar.

Y se preguntan ellos mismos: ¿Como se cambia dos veces de una vez?

(haciendo un largo viaje de regreso)